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No, los Pixel Buds no van a cambiar el mundo

Un gran jarro de agua fría sobre los nuevos auriculares de Google, escrito por Leo Mirani en The Economist.

La demo obtuvo excelentes críticas de la prensa tecnológica. "La traducción en tiempo real de Pixel Buds cambiará el mundo", gritaba el titular de Engadget. "Pixel Buds es probablemente el gadget más importante que Google ha lanzado", decía Mashable. "¿Se pueden usar los Pixel Buds de Google en las negociaciones comerciales posteriores al Brexit?", Preguntaba The Telegraph.

No, no, y no.

La mayoría de posts escritos durante el lanzamiento se curaron en salud siendo deliberadamente ambiguos sobre este tema. "Habrá que esperar a verlo en funcionamiento", decían muchos.

Era, y es, una mala táctica. Un intento de salvar la imagen de imparcialidad no atacando una idea que desde el minuto uno estaba condenada a fracasar. Si hace falta tener la aplicación activa en el teléfono, añadir un paso más en el proceso de traducción (y uno para el que se requiere un dispositivo que precisamente te aísla de tu interlocutor) es completamente absurdo.

Google ha perdido la oportunidad de fabricar unos buenos auriculares inalámbricos por querer rizar el rizo. Los Pixel Buds solo necesitaban buen sonido, una buena batería y un sistema de emparejamiento fácil. Tienen todo eso, más o menos, pero por obsesionarse en esta otra función experimental, todo el mundo los va a juzgar por su funcionamiento como traductor universal.

Y como traductor son, como cabría esperar, pésimos.